El Ministerio de Comercio, Industria y Pesca de Noruega ha anunciado importantes enmiendas al Reglamento de Asignación de Salmón y al Reglamento de Acuabioseguridad, reabriendo las solicitudes para la acuicultura terrestre de peces y, al mismo tiempo, reforzando las medidas de bioseguridad.
Las normas actualizadas aclaran los límites entre las instalaciones de acuicultura terrestre y marina, proporcionando condiciones más claras para la ubicación de las instalaciones. Un nuevo requisito clave exige la desinfección del agua de entrada para las instalaciones terrestres con el fin de reducir el riesgo de propagación de agentes infecciosos a través del agua.
La ministra de Pesca y Océanos, Marianne Sivertsen Næss, destacó el compromiso del gobierno de apoyar el crecimiento sostenible de la acuicultura terrestre. "Los avances tecnológicos desde la normativa original hicieron necesarias las actualizaciones. Unas distinciones más claras entre las operaciones en tierra y en mar crearán marcos más predecibles para la industria y la gestión", afirmó.
Las enmiendas tienen como objetivo agilizar la asignación de permisos y garantizar un trato justo a los operadores, al tiempo que se protegen los entornos marinos y las granjas marinas existentes de los riesgos de infección.
Tras una consulta pública que recibió casi 50 contribuciones, el Ministerio ajustó la normativa basándose en los comentarios. Los nuevos requisitos de bioseguridad solo se aplican a las nuevas instalaciones terrestres; las operaciones existentes con permisos están exentas a menos que se realicen cambios significativos, con criterios específicos que serán proporcionados por la Autoridad Noruega de Seguridad Alimentaria.
Desde diciembre de 2022, Noruega había suspendido temporalmente las nuevas solicitudes de permisos para el cultivo terrestre de salmón, trucha y trucha arcoíris. Esta pausa abordó las preocupaciones de que algunas operaciones terrestres estaban afectando al medio ambiente marino de manera similar a las jaulas en mar abierto, especialmente cuando carecían de un tratamiento de agua adecuado.
Se espera que las nuevas regulaciones aseguren que la acuicultura terrestre opere genuinamente con un riesgo ambiental reducido, apoyando tanto la innovación de la industria como la salud del ecosistema marino.